Solo entiende mi locura quien comparte mi pasión

Siempre me ha parecido difícil contar algo de uno en primera persona. Así que me vais a permitir una ayudita y que sea la Geometría la que hable sobre mí. Mi vida laboral se define a través de líneas rectas. Pulsando los cuadrados del teclado muestro sobre la pantalla plana las rectas líneas de código con las que desarrollo mis aplicaciones. Como podéis ver, método, estructura y lógica rebosan por los cuatro costados en mi trabajo.

Pero cuando surgen mis aficiones, la pasión curva esas líneas rectas hasta convertirlas en círculos. Ocho de ellos definen las ruedas de mis patines de hockey. Este deporte que me acompaña toda la vida desde los 4 años, ha sido y es fuente de alegrías y emociones tanto entonces en mi época de jugador, como ahora en la de aficionado y “veterano”.

Sin cambiar de tamaño ni número, pero si en la forma de los patines, aún me calzo algún que otro día los tradicionales de velocidad para compartir pista con mis antiguos rivales y amigos, disfrutando tanto del sudor del esfuerzo sobre el circuito como de la hidratación a base de sidra tras la reunión.

Aumentamos el tamaño y disminuimos el número de los círculos, para quedarnos con las dos ruedas de la bicicleta. A esta afición llegué siendo mayor, pero tanto como aficionado tras el televisor o a pie de carretera como pedaleando, es otra de mis pasiones. Como explicar esa subida de pulsaciones cuando en la grupeta tu “amigo” te sube con el gancho en los repechos … o esa capacidad de desconectar y no pensar en nada cuando ruedas en solitario y dejas pasar los kilómetros bajo tus cubiertas sin otro afán que disfrutar el verde y las montañas.

Cambiemos el propulsor y llegamos a la moto. Que además de máquina más potente, debe ser máquina del tiempo. Sino imposible comprender como 15 minutos de tranquilas curvas enlazadas en una carretera de montaña se convierten en horas con la sonrisa dibujada en un rostro que no puede ocultar la felicidad de recordar el momento.

Y de dos círculos pasamos a uno mucho más pequeño. El que giro con mi mano izquierda para manejar el zoom del objetivo que me permite capturar todos estos momentos para luego recordarlos.

No quisiera acabar pareciendo un ser puramente geométrico, así que introduzcamos entre mis aficiones una forma menos definida, la de una pata. Mejor dicho las de cuatro por cada uno de mis perros. Quien no tenga uno le será difícil entender las sensaciones al pasear tras su rítmico caminar, o correr delante de su alegre trote, por sendas y montes; esa entrega incondicional cuando te acompaña, cuando se sienta junto a ti (o sobre ti) sin otro afán que estar contigo, disfrutando el instante, sin pensar en más.

Este soy yo: un tipo “razonablemente” feliz. Y este es sin duda el texto más largo que verás en todo este sitio. Dicen que una imagen vale más que mil palabras, y yo te dejo miles de ellas para que lo compruebes. Si viendo alguna de ellas eres capaz de disfrutar de la alegría y emoción que yo viví cuando la capturé, sin duda el esfuerzo habrá merecido la pena.

Montaje Luis Velasco

info@luisvelasco.es